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ANÉCDOTAS: Que no me meo, coño, que no me meo.

           Mi compañero de habitación del Colegio Mayor César Carlos, Bubi, aunque se preparaba para la Carrera Diplomática, no cuidaba para nada su aspecto, así que no sorprende lo que le ocurrió por este motivo. En un Estreno Cinematográfico de la Gran Vía madrileña le impidieron la entrada por no llevar corbata, requisito que se exigía por los años 60, así como tambien, en los Restaurantes de lujo. Cuando el portero del local seguía al pié de la letra la exigencia de corbata para los caballeros, se originaban situaciones absurdas con señores vestidos de gala, incluso con algunos religiosos, como comento en otras anecdotas. ¿ Se imaginan a un oficial marino, jeque árabe, mandarín chino, jerarca hindú ó, simplemente, un cura de boda con corbata de pajarita ?. Pues las corbatas la facilitaban a la entrada de locales de mucho «postín».                       

                         «Solamente es para entrar, caballero, luego se la puede quitar».

        Mi amigo juró vengarse del portero tomándose la revancha en el próximo estreno al que acudió acompañado de un compañero, el siempre elegante y atildado Manolo Campos. Esta vez Bubi llevaba corbata pero su indumentaria dejaba bastante que desear:  chaqueta con los puños rozados y los codos rotos,  pantalones pesqueros remendados, calcetines chillones de listas, guantes de punto rotos enseñando los dedos y el pelo bien alborotado. Además simuló un ridículo tic de guiño facial, acompañado de  movimientos espasmódicos de un brazo retorcido y de una pierna zamba, mientras mascullaba tocándose la entrepierna:

                                 Que no me meo, coño, que no me meo.

         El portero, rigurosamente de librea, se quedó totalmente alucinado. Los señores elegantemente vestidos y las señoras con sus mejores galas contemplaban extrañados la patética escena. El portero advirtió a Manolo Campos:

         Este señor no puede entrar en estas condiciones, con este aspecto y, menos aún, con esos comentarios. La contestación dejó paralizado al portero:

         Conozco nuestros derechos, soy abogado, y yo me responsabilizo. Este señor viene con su corbata, y por tanto, puede pasar. Además, si él dice que no se orina, es que no se orina.

          Antes de que pudiese reaccionar le plantó, con un golpe en la mano, su tarjeta de visita. Sin más pasaron dentro de  la sala, donde cesaron la comedia y festejaron divertidos con otros compañeros la situación.

                                                                               ——————

          Me recuerda el chiste del casting en el que se exigía buena presencia, formación, y desenvoltura.  Acudió un aspirante, como mi compañero, desgarbado y pesimamente vestido. El comité de selección, ante la falta total de condicciones para el puesto, le preguntó porqué se presentaba, a lo que contestó:

                        Coño, pos pa que no cuenten conmigo.

        

   

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