La Cena de Baltasar

De siempre se ha considerado la cena de Baltasar como el colmo de las cenas, generalmente se suele decir «ésto parece la cena de Baltasar«….  Se hace referencia a cenas de viandas suculentas y abundantes, pero en realidad la cena de Baltasar fue una cena en la cual lo importante no fue ni lo que se comió ni lo que se bebió, sino simplemente dónde o con qué se bebió.

Estaban bebiendo y brindando en los vasos sagrados del templo que su padre, el rey Nabucodonosor, había despojado del mismo después de su segunda destrucción.  Enfrente de los candelabros y del propio rey Baltasar apareció una mano que escribió sobre la pared, enfrente del rey, «Baltasar, tus hechos han sido valorados y has sido hallado en culpa y tus reinos serán divididos y repartidos entre los Medos y los Persas».

 

ANECDOTAS: Fallo multiorgánico.

Todos los profesionales que ejercemos la medicina hospitalaria tenemos que acostumbrarnos a situaciones graves que no tienen solución y que conducen inevitablemente al fatal desenlace.

Una de ellas es la que produce el fracaso de varios órganos vitales, es lo que conocemos como «Fallo multiorgánico».

También es verdad que en la práctica médica hay ocasiones en que se producen hechos en los que contrasta la  comicidad con la preocupante situación de algún enfermo.

ANECDOTAS: Orinar alambre.

               Chicola es el apodo con el que se conocía a un Profesor de Farmacología en la Salamanca de los últimos años de de la Monarquía de Alfonso XIII y la Segunda República. Participaba en las tertulias del Casino y Gran Hotel a las que asistía mi padre. Fué Presidente de la Diputación y fundó el Hospital Provincial en 1927. Era ingenioso y ocurrente en todas sus facetas por lo que protagonizó divertidas anédotas, algunas atribuídas, y que, por aquello de «Si non e vero e ben trovato», iré publicando sucesivamente.

ANÉCDOTAS: Un escoñamiento general.

            En la Salamanca de la Segunda República era muy popular un personaje al que llamaban  el Carita. Se dedicaba a trasladar en su coche, arrastrado por mulas, a los pasajeros desde la estación de Ferrocarril a sus domicilios. Despues de la Guerra Civil lo hacía en un autobús que el mismo conducía. Cada vez que frenaba, como estaba acostumbrado al coche de caballos, se echaba hacia atras tirando del volante, como antes lo hiciera con las riendas de los equinos, mientras gritaba: ¡ Sóooo !.

ANÉCDOTAS: Que no me meo, coño, que no me meo.

           Mi compañero de habitación del Colegio Mayor César Carlos, Bubi, aunque se preparaba para la Carrera Diplomática, no cuidaba para nada su aspecto, así que no sorprende lo que le ocurrió por este motivo. En un Estreno Cinematográfico de la Gran Vía madrileña le impidieron la entrada por no llevar corbata, requisito que se exigía por los años 60, así como tambien, en los Restaurantes de lujo. Cuando el portero del local seguía al pié de la letra la exigencia de corbata para los caballeros, se originaban situaciones absurdas con señores vestidos de gala, incluso con algunos religiosos, como comento en otras anecdotas. ¿ Se imaginan a un oficial marino, jeque árabe, mandarín chino, jerarca hindú ó, simplemente, un cura de boda con corbata de pajarita ?. Pues las corbatas la facilitaban a la entrada de locales de mucho «postín».                       

                         «Solamente es para entrar, caballero, luego se la puede quitar».

ANECDOTAS: Un corazón estrambótico.

     A veces los diagnósticos médicos son difíciles de memorizar y los enfermos recuerdan al del chiste, que en vez decir que padecía una gastroenteritis coleriforme, dijo que tenía «Un gato enterito con uniforme».

      En este caso la enferma, que padecía una arritmia por extrasistólia, dijo que tenía:

                                                   «Un corazón estrambótico»,

      le repliqué «¿no será un corazón extrasistólico?». «No, no Doctor, sé lo que me digo».

ANECDOTAS: Desnúdese de cintura para arriba.

No sé en que estaría pensando el ayudante de mi consulta cuando le dijo a la enferma, una chica modelo, que se preparase para la exploración física en la camilla.

Tampoco sé lo que ella pensó, tal vez que estaba con el Ginecólogo, en vez de con el Cardiólogo, ya que se encontraba totalmente desnuda de cintura para abajo. Aseguró que así se lo habían pedido.

Yo si sé lo que pensé. Pero no lo digo, porque es obvio, y por la dignidad de  mi profesión. Lo que debió pasar es que  al médico le traicionó el subconsciente y olvidando «Barrio Sésamo» se equivocó con el arriba y abajo.

REFLEXIONES FRÍVOLAS: Pensar con la bragueta.

       Las feministas dicen que los hombres piensan con la bragueta, con la entrepierna, ó mas precisamente, con el miembro impar que rima con cebolla.

       Probablemente sea así para la mayoría de los varones normalmente constituídos, al menos ocasionalmente, y siempre que surjan situaciones relacionadas con la sexualidad, que casi siempre tienen que ver con fantasías en las que el cerebro, principal órgano sexual,  interviene activamente. Otra cosa es que, como ocurre habitualmente, la reflexión reprima el impulso natural.

        A lo largo de la historia se ha demostrado que pensar con la entrepierna no ha sido necesariamente perjudicial, como  lo acreditan personajes tan importantes como Salomón, Julio César, Carlos V, Felipe IV, Napoleón I, Napoleón III, y Clinton, entre muchos más, que tuvieron episodios pasionales alienantes y no por ello dejaron de tener una vida trascendente.

REFLEXIONES FRÍVOLAS: Prostitución, yo no voy, ¿y usted?.

       Hay muchos tipos de Prostitución, desde la Callejera hasta la de Superlujo, pasando por la de Clubs, Pisos privados, Agencias de contactos, con ó sin books, No profesionales, Famosillas, Artistas, Azafatas, Modelos, etc…

       La Prostitución Profesional, Callejera y de Club, ha sido muy estudiada y se aceptan como válidas las estadísticas que reflejan las cifras siguientes:

ANECDOTAS: Un trotecito corto.

      Estaba explorando en la camilla a una enferma de mi consulta de 83 años, aunque muy femenina y coqueta,  a la cual veía desde hacía tiempo y con la que tenía cierto grado de familiaridad.

      Se sintió muy halagada cuando le comenté que estaba muy bién para su edad y me contestó con guasa «Tampoco usted está nada mal». Seguimos la broma y la cosa fué poniéndose, cada vez, más picante.